Comentario
CANTO VEYNTE Y DOS
Donde se declara la rota del maese de campo, y muerte de sus compañeros, causada por la traycion de los indios acomeses
O Mundo instable de miserias lleno,
Verdugo atroz de aquel que te conoze,
Disimulado engaño no entendido,
Prodigiosa tragedia portentosa,
Maldito cancer, solapada peste,
Mortal veneno, landre que te encubres,
Dime traidor aleue fementido,
Quantas traiciones tienes fabricadas,
Quantos varones tienes consumidos,
De quanto mal enrredo estas cargado,
O mundo vario, o vana y miserable,
Honrra con tantos daños adquirida,
O varias esperanças de mortales,
O varios pensamientos engañosos,
sugetos siempre à miseros temores,
Y a mil sucessos tristes y accidentes,
O muy terrible caso lamentable,
Que no se le conceda mas de vida,
A la noble lealtad alta gallarda,
De vn esforçado coraçon valiente,
De quanto vn vil traidor cobarde y bajo,
Quiera con encubierta y trato doble,
Dar con su esfuerço en tierra y derribarle,
A pesar de los braços belicosos,
Cuias illustres prendas desbanecen,
Qual presuroso viento que traspone,
Luego que traicion quiere atrauesarse,
Y con secreto tosigo cubrise,
Para mayor ponçoña del estrago,
Con que despues se muestra y embrabece,
Dexenios los autores que escriuieron,
Gran suma de sucessos desdichados,
Por manos de traidores fenecidos,
Y tomemos aqueste miserable,
Caso por accidente sucedido,
No bien señor los vieron derramados,
Y a todos por el pueblo diuididos,
Propria y comun dolencia de Españoles,
Meterse en los peligros sin recato,
Sospecha ni passion de mal sucesso,
Cuio grande descuido con cuidado,
Los baruaros notaron y con esto,
Aduirtieron que solos seys soldados,
Con el Maese de campo auian quedado,
Y temiendo que presto se juntasen,
Poniendo en auentura su partido,
La furia popular fue descubriendo,
La fuerça del motin que estaua armado,
Y mormurando todos la tardança,
Sedientos de acabar las flacas fuerças,
Que alli los Españoles alcançauan,
Por solo auer querido derramarse,
Alborotados todos lebantaron,
Vil portentoso estruendo de alaridos,
Tan altos, tan valientes, y grimosos,
Que a todos causó espanto imaginarlos,
Viendo el Maese de campo la braueza,
De la baruara gente rebelada,
Con reportado rostro graue ayrado,
Para los suyos se boluio diziendo,
Caualleros cuía grandeza encierra,
Todo valor, esfuerço, y buen consejo,
Bien claro veys la grande desberguença,
De toda aquesta chusma desmandada,
Pues a nosotros vemos que rebueluen,
Las omicidas armas lebantadas,
Notad que toda viene al descubierto,
La fee quebrada, rota la obediencia,
Las treguas y los pactos quebrantados,
Violado el vassallage que nos dieron,
Por cuio manifiesto desengaño,
Siento la cruda guerra ya encendida,
Y vn diabolico fuego lebantado,
Que consejo os parece que tomemos,
Que mas à nuestra causa satisfaga,
Guardando el punto que es razon se guarde,
Al belico exercicio y al gouierno,
Del graue General que nos encarga,
Que siempre imaginemos y pensemos,
En quan sin sangre tiene assegurada,
Cosa de tanta afrenta y graue peso,
Como es toda la tierra que pisamos,
Y si por qual que desdichada suerte,
Nosotros derramasemos alguna,
Seria desdorar la gran grandeza,
De la mas sossegada paz que alcanza,
Por cuia justa causa soy de acuerdo,
Pues tan buena ocasion el tiempo ofrece,
Que luego nos salgamos retirando,
Recogiendo al descuido nuestra gente,
Pues para todo ay tiempo y coiuntura,
Y como jamas vemos que a faltado,
Para las cosas bien encaminadas,
Vn fiscal que reprueue y, contradiga,
Parece que la sobra de arrogancia,
De vn torpe Capitan que cerca estaua,
Dixo porque mas bien se descubriesse,
Su vana presuncion y vano esfuerço,
No es bien Maese de campo que sigamos,
Por honrra de Españoles tal afrenta,
Y si no solo à mi se de licencia,
Y versea como solo me antepongo,
A toda esta canalla, y la sugeto,
Para que sin que nadie se retire,
Decienda quando mas le diere gusto,
Sano y salbo, à lo llano desta cumbre,
Pasmado el de Zaldiuar sin aliento,
De la sobrada replica encendido,
Suspenso difirio la justa enmienda,
Para mayor bagar del que le daua,
La furia de la tropa que embestia,
Por auerle aquel necio entretenido,
Con sus necias palabras mal digestas,
Pues como si le vbiesse ya passado,
La precissa ocasion de retirarse,
Cuia perdida triste lastimosa,
Por marauilla vemos que la cobran,
Aquellos que la pierden sin rezelo,
Del graue inconueniente que se Sigue,
Despues de ser perdida y acabada,
Assi por no perderla desembuelto,
Salio Zutacapan feroz diziendo,
Mueran, mueran à sangre y fuego, mueran,
Todos estos ladrones que han tenido,
Tan grande atrebimiento y desberguença,
Que sin ningun temor ni buen respecto,
Han querido pisar los altos muros,
De aquesta illustre fuerça poderosa,
Luego tras del salieron replicando,
Ezmicaio Amulco, y tambien Pilco,
A quien siguieron Tempal y Cotumbo,
Diziendo, mueran estos fementidos,
Infames, viles, perros, alebosos,
Perturbadores del comun sossiego,
Esforçó aquesta voz la braua turba,
De la infernal canalla belicosa,
Las poderosas armas embracando,
Viendo el Maese de campo sin remedio,
El rigor de las armas lebantadas,
Buelto à los suyos dixo a grandes vozes,
No me dispare nadie, y solo apunten,
Que con solo apuntar serà possible,
Detener la gran fuerça que descarga,
De la baruara furia que arremete
La qual se abalançó con tanto aliento,
Qual fuese vna deshecha y gran borrasca,
Quando a la pobre nauezilla embiste,
Cuias mas encumbradas y altas gauias,
Al profundo del hondo mar derriba,
Y luego al mismo Cielo las lebanta,
Assi rabiosos todos embistieron,
Las poderosas mazas descargando,
Viendo el maese de callipo sin remedio,
Cosa de tanto peso y graue afrenta,
Y que por bien no pudo reduzirlos,
Qual poncoñosa villora pisada,
Del ancho pie del rustico villano,
Que viendose perdida y quebrantada,
En si toda se enciende y embraueçe,
Tendida y recogida amenaçando
Con la trifulca lengua y corbo diente,
Assi el Zaldiuar todo embrauecido,
A los suyos mandó con grande priessa,
Que las fogosas llaues apretasen,
Y escupiendo los prestos arcabuzes,
Las escondidas valas derribaron,
De la enemiga gente grande parte,
Mas poco les valio tan buen efecto,
Porque todos al punto se mezclaron,
Sin que pudiessen darlos otra carga,
Y assi la soldadesca en tanto aprieto,
Qual suelen con fortuna los forçados,
Bogar sobre los cabos rebentando,
Por no desamarrarse y dessasirse,
Y a fuerça de los puños y los bracos,
Con roncos azezidos y gemidos,
Contra el rigor del mar soberbio arfando,
Embisten con las hondas y las rompen,
Con sobra de corage lebantando,
Al Cielo espunias de agua assi oprimidos,
Los fuertes Españoles arrancaron,
Las valientes espadas rigurosas,
De las gallardas cintas en que estauan,
Y assi rebueltos, todos deserribueltos,
Por medio la canalla se lançauan,
Desquartizando a diestro y à siniestro,
Inormes cuerpos bratios y espantosos,
Con horribles heridas bien rasgadas,
Sangrientas cuchilladas desmedidas,
Profundas puntas, temerarios golpes,
Con que los vnos y otros bien mostrauan,
De sus heroicos braços raras prueuas,
En esto el brauo Tempal que corrido,
Estaua ya sin seso, auergonçando,
Al suelo se abajò por vn gran canto,
Y atras el pie derecho fue haziendo,
La espalda derribada y fue lançando,
El canto de manera que hundida,
Dexò la triste boca de Pereira,
Y no bien vio los dientes derramados,
Quando sobre el boluio y regañando,
Pedazos la cabeça con vn leño,
Le hizo al miserable, y viendo todos,
Los cascos que mezclados con los sesos,
Sangrientos se esparcieron por el suelo,
Tan gran corage à una concibieron,
Que assi como la poluora de hecho,
Lebanta vn gran castillo y lo destroza,
Siembra y lo derrama por mil partes,
Assi la chusma baruara furiosa,
La Castellana fuerça fue embistiendo,
Por cierta la victoria alli cantando,
Quan bueno es el callar, y que importante,
Quando la dura guerra se platica,
Porque aunque con gran fuerça pretendamos,
Se ygualen las palabras con las obras,
No Son los nobles hechos tan tenidos,
Quanto aquellos que sin parlar se acaban,
Todo esto digo por aquel furioso,
Capitan indiscreto, mal mirado,
Que por ganar gran fama blasonaua,
Que està de todo punto ya rendido,
Alebrastado, mudo, temeroso,
Suspenso, manso, palido, cobarde,
Y sin genero de armas en las manos,
La vil, bana cabeça descubierta,
Y escudando su timida persona,
Con el Maese de campo valeroso,
Que en la sangrienta guerra desdichada,
Vn inuencible Godo se mostraua,
Mas poco le turò el escudarse,
Que al fin le dieron muerte vergonzosa,
Pues sin que lastimasen su persona,
De las manos las armas le quitaron,
Y qual si fuera oueja miserable,
Assi tambien la vida le rindieron,
O soldados que al belico excercicio,
Soys con grande razon aficionados,
Aduertid que es grandissima grandeza,
No ser nada muy prodigos de lengua,
Y serio por la espada es cosa noble,
Si con razon se y se ajusta compone,
Notad aquesta historia porque os juro,
Que si Dios nuestra causa no repara,
Como bondad inmensa poderosa,
Que fuera este hombre causa suficiente,
Para que sin que cosa en pie quedara,
En aquel nueuo mundo y nueua Iglesia,
Todo se destruyera y se assolara,
Y esto sin que viua anima pudiera,
Salir a dar la nueua desdichada,
Y para no venir en tanta afrenta,
Dos cosas con grandissirno cuidado,
A siempre de notar el buen guerrero,
La vna es que considere bien si manda,
Y la otra si es de aquellos que obedecen,
Y mire qual de aquestos dos oficios,
Le es fuerça que exercite y que professe,
Y no permita quiebra ni se atreba,
Y perder ni salir tan solo vn passo,
Del termino que a cada qual se deue,
Teniendo siempre por opuesto y, blanco,
Al mismo poderoso Dios eterno,
A cuia alteza inmensa y soberana,
No esta bien se gouierne por nosotros,
Y menos no es bien que gouernemos,
A magestad tan alta y lebantada,
Y porque se muy cierto que me entienden,
Los que mandan , y aquellos que obedecen,
Cada qual exercite con imperio,
La fuerça del oficio que tuuiere,
Y mande la cabeça poderosa,
Y obedezcan los bajos pies humildes,
Si quieren ver en todo buen gouierno,
Pero dexemos esto gran Monarca,
Que sale Pilco echando espumarajos,
Por la rabiosa boca desmedida,
Y vn gran baston en torno reboluiendo,
Biene ciego de colera encendido,
Con sobra de corage amenaçando,
La lebantada frente de Bibero,
Cuia fuerça fue en alto reparando,
Cubriendo la cabeca con dos manos,
Iunta la guarnicion con el adarga,
La rodilla derecha en tierra firme,
Todo el costado yzquierdo descubierto,
Sobre cuio desocupado espacio,
Descargo el braco del serrado leño,
Con tan violenta fuerça y gran pujança,
Que le quebró la hiel dentro del cuerpo,
Haziendole pedazos las costillas,
Y a penas dio consigo el pobre en tierra,
Quando de lo mas alto de vna casa,
De encima del pretil vna gran piedra,
Fue de vna flaca vieja rempujada,
Esta se vino aplomo de manera,
Que le hizo pedazos la cabeça,
Viendo al triste Español alli tendido,
Y qual el compañero que hemos dicho,
Los escondidos sesos derramados,
Tan fuertes vozes todos lebantaron,
Y con vn tan horrible y brauo estruendo,
Que los mas altos y encumbrados Cielos,
Por vna y otra parte parecian,
Que tristemente todos se rasgauan,
Dexandose venir de todo punto,
Rotos y destrozados para el suelo,
Y como todo andaua de rebuelta,
Popolco arremetio para Costilla,
Mulato de nacion, y tan muchacho,
Que armas nunca jamas auia ceñido,
Y abriendole de vn hijar al otro,
Todas las tripas le vertio en el suelo,
El misero muchacho lastimado,
Que junto al cuerpo de Bitiero estaua,
La daga le arrancó de la pretina,
Y qual suele imprimirse y estampar,
La figura del sello en blanda cera,
Assi imprimio la llaga aquel mulato,
En su mismo omicida de manera,
Que en las rebueltas tripas tropeçando,
El uno con el otro muy rabiosos,
A los braços vinieron ya difuntos,
Y estando bien assidos y abraçados,
Por las terribles bocas sangrentadas,
Las inmortales almas vomitaron,
En esto Chontal baruaro arriscado,
Que acaso fue passando por do estaua,
El Alferez Zapata en yra ardiendo,
Con mil salbages brauos peleando,
Alçò el serrado leño y en el yelmo,
Tan gran golpe le dio que estuuo en punto,
De dar consigo en tierra casi muerto,
Y luego que algun tanto fue Cobrado,
De verse assi tratado y ofendido,
No la braueza y furia desatada,
Del corajoso toro ya vencido,
Vertiendo gruessas bauas por vengarse,
Assi se vio jamas qual vimos todos,
Al Español furioso reboluiendo,
El hierro de la espada auergonçado,
Sobre el valiente baruaro atreuido,
Y embebiendola toda casi ciego,
Seys vezes la baño, y tinta y roja,
Sacò de los costados poderosos,
Vertiendo vn mar de sangre denegrida,
Do el alnia zozobrò, y assi rabiosa,
Salio de la vertiente sangrentada,
No bien el fuerte baruaro difunto,
En tierra dio consigo quando todos,
Alçando vn alarido arremetieron,
Muera, muera diziendo, y assi juntos,
Qual el soberuio mar, quando combate,
La lebantada roca, y ella fuerte,
Las poderosas aguas contrastando,
Inhiesta queda siempre estable y firme,
Assi su grande esfuerço fue mostrando,
El Español gallardo en tal conflicto,
Zutacapan furioso viendo aquesto,
Con toda su quadrilla fue embistiendo,
A tres solos fortissimos guerreros,
Y por ser la ventaja tan sobrada,
A su pesar los fueron retirando,
Para vn grimoso y gran despeñadero,
Adonde les fue fuerça que prouasen,
Los oprimidos Heroes afligidos,
El vltimo rigor y postrer trance,
Que pudo la fortuna embrauecida,
Dar a sus tristes cuerpos esforçados,
El primero de todos fue Camacho,
Detras del luego se arrojò segura,
Y à la postre aquel pobre de Ramirez,
Que todos de la mal segura cumbre,
Se fueron despeñando y lançando,
Culpando en vano, y sin ningun remedio,
A su triste ventura y mala suerte,
Triste pues antes de llegar al suelo,
Muertos llegaron dando cien mil botes,
Por los mas crudos riscos lebantados,
Pues como el valor de armas se encendiesse,
Y el rigor de los clientes se apretase,
Escalante, con Sebastian Rodriguez,
Mostrando la fineza de quilates,
De sus brauos gallardos coraçones,
La mas cruenta refriega sustentaron,
Hasta que faltos de vigor y aliento,
Apedreados los dos nobles guerreros,
Iuntos al otro inundo se partieron,
El bueno de Araujo peleando,
Con vn valiente baruaro que quiso,
Fortuna que estuuiessen retirados,
Dos poderosos lobos se mostraron,
El vno contra el otro y, se embistieron,
Tan esforçadamente que ponian,
Horror en solo verlos tan heridos,
Y de ambas partes tanto ensangrentados,
Y despues que vendieron bien sus vidas,
Sin ninguna ventaja, o diferencia,
Rendidos los dos brauos fenecieron,
En esto con gran furia descargauan,
Sobre el Maese de campo fieros golpes,
Cuio triste progresso à nueuo canto,
Serà bien difirir porque me faltan,
Fuerças para escreuir mi gran desdicha,
Pues de dos camaradas y señores,
Que por buena y gran suerte me cupieron,
En toda aquesta guerra trabajosa,
Me es fuerça llore al vno, y con quebranto,
Viua de oy mas en vn azerbo llanto.